jueves, 14 de enero de 2010

Mea culpa, Haití

Odiosos tiempos muertos… tiempos muertos tales como los miles de minutos que “perdemos” cuando viajamos sin poder hacer más que el hecho en sí de viajar… si esos minutos los pasas a segundos (como dice mi gran “plimo” Paco) la agonía es mayor…
Una de las cosas que más eché de menos de Madrid cuando llegué fueron precisamente esos tiempos muertos diarios los cuales empleaba en sentarme tranquilamente y devorar mi libro, mientras el autobusero de turno me llevaba o traía del trabajo.
El tiempo muerto que más disfruto en Málaga es el de las noticias de RN5; los saludos cariñosísímos, Nieves Concostrina, comer de oído,… y todas esas voces que me hacen el camino de o hacia casa digno de disfrutar. Hablaría mucho de lo que significan para mí esos ratos, pero hoy no toca eso. Hoy toca pedir perdón.
Volviendo a casa al medio día, han vuelto a dar más datos del terremoto que se ha producido en Haití con epicentro en la capital. Caos, caos y más caos… también han dicho algo de nuestra embajada, y de la sede de la ONU, creo. CREO, porque según lo escuchaba iba cabreándome más y más conmigo misma y con esta sociedad en la que vivo. ¡Qué viva la UE! Lengua fuera
Si Alcaeda mata a 130 civiles, si lo hace ETA o cualquier otro grupo en el “primer mundo” pasamos horas y horas, días e incluso años, escuchando lo terrible del atentado, la porción de culpa que debe asumir el gobierno y demás entidades por no haberlo intuido e incluso evitado, y, mientras nuestros dirigentes discuten y pactan entre sí unas políticas para protegernos y exculparse más verazmente, nosotros volvemos a dormir en (relativa) paz hasta la siguiente “cita”.
Si en Haití mueren sin embargo miles de personas, nos limitamos a compadecerles, a enviarles comida, dinero o tenderles una mano… hoy, mañana, quizá aún la semana próxima también, pero… ¿y aquí? ¿nadie debe asumir parte de culpa? Vivimos en un mundo globalizado. Somos un mundo globalizado. Globalizado y egoísta, en el cual los que más tienen más quieren, mientras que los demás luchan por subsistir. Nos revelamos porque nos impiden descargarnos películas gratis, porque nos regalan la píldora del día después o porque se permite el matrimonio de personas del mismo sexo… pero nos callamos cuando se trata de nuestra "generosidad" global.
¿Hasta cuándo vamos a "mantener"los países sub-desarrollados? Mea culpa, Haití.
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