Desde hace unas semanas vengo sintiéndome como Rachel en Friends en el siguiente episodio:
Sí, vamos a ser PAPÁS. Lo escribo y sigue pareciéndome que la cosa no va conmigo, que es un sueño, algo que le ocurre a alguien cercano, pero no a mí. Primero fue la incredulidad asociada a la espera, a esa espera que algunos tienen la suerte de no experimentar. Tu cuerpo, tu alma, se ha protegido contra las continuas visitas del "no" y ya no espera la llegada de un sí. Después fue la desconfianza de la suerte. No podía haber sido "tan fácil", no nos podía haber tocado la lotería. Estos tres primeros meses los he pasado eclipsada por un algo que me decía que no me lo creyese. Esto no iba conmigo.
Pero hoy todo ha sido diferente. Cuando la doctora le daba golpecitos para forzarle a que se moviera y poder así medirle el pliegue nucal, y le veías moverse... ¡¡¡Emoción pura!!!. Primero de un lado, luego de otro, luego se estiraba y se quedaba ties@, ties@... Se me siguen saltando las lágrimas. Esa lágrimas de felicidad que no habían salido a pasear hasta ahora. Hoy sí te he visto y ha sido uno de los momentos más emotivos de mi vida. Suena a cliché, lo sé, pero es un cliché real, mío, nuestro. Voy a ser mamá. HOY SÍ TE HE VISTO.
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